Celos.

sábado

La polilla no para de viajarme. Se me sube en los pies y ni se le ocurre llegar a la cabeza argumentando dos razones: que es un viaje demasiado largo, y que ya no hay lugar ahí.

Ya están gastados los oídos como para escuchar la voz de mi cerebro que me grita historias que contar, y motivos por entender. Así puedo sentarme una vez más.

Alguien una vez habló de las ‘últimas miradas’, y entendí de qué halaba. Sobre todo cuando explicaba la posibilidad de que se vuelvan tan cotidianas, que siempre se muestren como finales y definitivas. Aunque peores son las miradas que entienden el fracaso. Esas que observan expresando la condolencia de la derrota. Generalmente vienen acompañadas de silencios y un gesto con la boca, que nunca pude verbalizar para describir.
Suelen mirar e irse. Y cuando uno da la espalda y empieza a caminar, vuelven donde estaban. Para que no regresen los ojos.

Las primeras peleas son las peores. Porque no son dichas. Se callan. Duelen. Mueren. Cada par de su lado leyéndose la mente a distancia en el juego de poderes y deseares que empieza con una sonrisa, y cuando termina está el portazo. Por no entender. O no expresar. El mal olor. Y después el ‘cómo decir nada con tal montón de palabras’, en un sinsentido. De malsoñar. Que aunque habla, no escucha.

Es el porqué de los bostezos. El esperar a que el aparato suene. Fastidiarse y salir a caminar. Los celos a estar solos.
Quizás acostándome reviva mis ideas y pueda enebrar lo que estoy buscando. Algo más que palabras.

Eso espera.

domingo

El sueño arrancó con un canto. Conexión de un comentario anterior que ubicaba al 'flaco trombón' con un músico minimalista.

El recuerdo de una voz más y la misma canción entonada por una mujer. Despertar del sub sueño sentado al revés con ella viéndolo, y él escapando a su mirada. Actuando sorprendido al llamado de sus ojos y un saludo inusual, pero deseado e inesperado.

La correspondencia como alteración de la verdad. El plan como hecho concreto hasta con proyecciones compartidas. Y la mayor sorpresa con el ideal como perspectiva de un sueño cumplido. Dormido con ganas. Ella cantaba con fuerza, y lo hacía bien.

Unos pasos de comedia en el cambio de soutienne y el inmediato esparcimiento de las gotas de realidad en el principio de un pésimo día, con el déjà vu de una vida reflejado en un charco vacío.

(o de cómo decir nada, con un montón de palabras...)

Tienes una cita.

miércoles

38. La pérdida y el dolor han alterado la Mente.
Por tanto nosotros, como partes del universo, el Cerebro, estamos parcialmente alterados.

35. La Mente sólo habla por intermedio de nosotros y su dolor nos impregna irracionalmente. Como lo advirtió Platón, hay una veta de irracionalidad en el Alma del Mundo.

32. La información cambiante que experimentamos como mundo es el desarrollo de un discurso. Nos habla de la muerte de una mujer. Esta mujer, que murió hace mucho tiempo atrás, era uno de los gemelos primordiales. Era una de las mitades de la divina zigosis. El propósito del discurso es recordarla y recordar que murió. La Mente no quiere olvidarla. Así, pues, el raciocinio del Cerebro consiste en el permanente registro de su existencia, y si se lo lee, ha de entendérselo de este modo. Toda la información que el cerebro procesa -que nosotros experimentamos como el ordenamiento y reordenamiento de los objetos físicos- es un intento de preservarla; las piedras, las rocas y las ramas son sus huellas. La Mente desdichada, que ahora está sola, ordena su registro y pasaje para construir todos los niveles de la realidad, aun los ínfimos.

p.k.d