armstrong

lunes

los ojos se salen y van caminando a la cabeza. quieren que la boca diga lo indecible. que los dedos encuentren la forma de sacar las palabras podridas de tanto estar adentro. y cuenten que todo pasa en la cama. que la pepa está en poder descifrar los sueños. los sueños dormidos. los idílicos momentos de creaciones a futuro dejarlas a un lado, y sentado en la mesa analizar los sueños dormidos. dormidos. que ya bien claro están los que van con el ser despierto. abombado pero despierto.

aunque la hora vaya al revés.
y sólo quede que los ojos miren tanto el brazo que lo quiebren a fuerza de sílabas sin-su-sentido.


(saber callar es reconocer no estar a la altura).

'un caníbal de mi estilo'

miércoles

La siguiente es una historia contada, y prestada, por los pelos de mi almohada. Que por un caleidoscopio mira mis sueños cada noche. A ella, y a su máquina de escribir: Gracias.


(Voy sin religión pero fiel al destino y más aún a las señales. Mientras escribo suena esa canción y brindo por eso... por él, por mí, porque todo pasa por algo. ¿No creen?)

Carlos Gutierrez. 27 años. Soltero. 1,85 mts. 75 kilos. Contador, recién recibido. Hijo único de un matrimonio infeliz e infiel. Perchas siempre azules y una por prenda. Propietario de una burbuja, contrafrente, Corrientes casi Florida.

Día 1

(20.34) Llego a casa con un rinoceronte haciendo equilibrio sobre mi cabeza. Se me parte, no la soporto. Sólo alcanzo a tirar las cosas a los pies de la cama y me dejo caer.
Media hora más tarde el dolor no cesa, recién ahí me percato de las manchas de pizza en la cama. No me acuerdo cuando fue la última vez que cambié las sábanas, ni si tengo otras.

(1.12) Me quedé dormido. La tele prendida, el agua corriendo en el baño. Pelotudo, que pelotudo. Todo inundado, la que me faltaba. Salgo a buscar al portero y en el pasillo veo a los vecinos nuevos, tratando de abrir la puerta. Los saludo y mirando a la minita me llevo puesto al tipo. Me dijo la vieja del 2 "C" que habían estado de mudanza, ahora me acuerdo.

(1.45) La alfombra empapada, larga un olor a mugre milenaria. Le cierro al portero y voy directo al baño, me estaba re cagando. Recién ahí me puedo sentar a leer el Clarín. Pienso que 'vida de mierda' y me doy cuenta que siempre soy 'tan oportuno'.
Un grito rompe el silencio y mi profunda reflexión. Silencio. Otra vez.. ahora me doy cuenta que es más bien un gemido. Otra vez, es un hombre, algo así como un rugido (?) no sé, no lo puedo codificar todavía. Sí, está acabando. Mieeerda, la está pasando bien.

Día 2.

(23.36) Llegó a casa con Diego. Le cuento el episodio de la noche anterior, completo. Me pregunta si no será el del "H" que tiene bastante cara de pajero. No creo, tiene la cara y el aspecto pero no va a gritar como una nena. Además no estoy del todo convencido que se trate de un gemido. Los tipos no gritamos, no así por lo menos. Qué se yo.

(12.15) Bajamos a comprar puchos. Pedimos el ascensor y cuándo llega -para mi sorpresa- se baja la nocturna vecina nueva. Me sonríe y ahora que la veo acompañada... por otro tipo. Me quedo pensando.

(1.00) Vamos por la octava cerveza y hablando huevadas empiezo a escuchar ese grito otra vez. Lo arrastró a Diego al baño, se sienta en el inodoro con la oreja apoyada al azulejo.

- ¿Cuántas pornos viste en tu vida?
- Muchas, sobre todo cuando era pendejo.
- Bueno, en cuántas viste a un tipo gritar así.
- No sé... Es muy puto o esta mina es una bestia.

Día 3.

(22.56) Llego a casa con más ganas que nunca. No me pude sacar de la cabeza a la puta de la vecina. Todos los días un tipo diferente, raro que las viejas no hayan dicho nada. Viven al pedo y no sirven ni para ponerte al tanto de las dulces labores de la vecina nueva, que viejas de mierda. De todas maneras, no me la hubiera imaginado así. Mirala vos, que discretita. Me calienta mucho más.

(23.00) Timbre. Delivery. Me calzo las pantuflas, pido el ascensor. Abro la puerta y ahí está ella. Sola. Me mira con esa cara de zorra y me abre la puerta. No aguanto, entro y le trabo la puerta. La apoyo contra el fondo del ascensor. Ella se ríe y cierra los ojos. Yo la desvisto mientras respira con fuerza. Se acerca a mi cuello y siento que voy a explotar. Me abre las piernas y alcanzo a metérsela. Nunca había cogido así, nunca me habían cogido así.
'Ayyy la puta que lo pario!' Me mordió el cuello la muy perra. Siento que algo caliente me empieza a brotar y para cuando abro los ojos la tengo en mi entrepierna. Me la chupa, se la traga entera. El placer es inmenso, me desgarra. Empiezo a sentir dolor, cada vez se hace más fuerte y cuándo me quiero dar cuenta estoy gritando. GRITANDO. Tengo la remera ensangrentada, tengo la entrepierna ensangrentada. No puedo creer, me la arrancó. ME LA ARRANCO.
Pero ya no veo bien, el dolor me aplasta la cabeza. Ahora me arrastra de las piernas hacia su departamento. Veo un camino de sangre, mucha sangre. Sé que no me queda tiempo. Abre la puerta y alcanzo a ver a los otros dos tipos.
Ya no los escucho pero ahora sé porqué gritaban.

mejor no hablar de ciertas cosas.

viernes

seguir los pasos perdidos a través de un portal invisible me lleva a entender que cortázar no fue el que me trajo hasta acá. sus palabras en la giralda, el análisis de los autores que nos gustan, y sus reflexiones sobre el tío son tan punzantes como los ojos del pobre viejo que, a pesar de todo, no va a olvidar quién es.
mi gesto podrá ser adusto al pensar todo esto. pero se merece mi homenaje el entendimiento del dolor a través de las palabras que salivan lágrimas cuando habla de ciertas cosas.

ella me trae casi tanto como me lleva. no deja vaivén sin explorar cuando lo que dice me lo dice a los ojos. con sus ojos vivos. es todo cuando la extraño en los viajes en subte que tengo que hacer solo para poder traer el pan a la mesa. y soñar que vamos a poder tener la que llamar 'nuestra'.

hoy voy a verla una vez más. como casi todas las noches. pero no siempre estas noches terminan bien... a veces el zaguán es la peor frontera. y, aunque sé que no estoy diciendo mucho (o lo suficiente), sé que ella me va a entender. sobre todo porque la nombro casi tanto como en mi dormir.

no fue cortázar que el me trajo hasta acá. hoy no estoy vomitando conejitos.

(el regreso de mao)