El campesino.

miércoles

Mi cuarto nunca fue un lugar propicio para sentarse y leer. Siempre tuve que aprovechar los viajes que hice como para poder atribuírme algún momento de goce con un libro en la mano y sus palabras en mi cerebro. Desde la ausencia de un sitio cómodo para sentarme hasta la rara variedad de mi biblioteca, no hubo jamás un libro empezado y terminado en la rara variedad de mis paredes.

Sí es, fue y será, mi habitación, el mejor lugar para escuchar mis discos... Mejor dicho, donde tenerlos, almacenarlos, administrarlos y hacer de este pequeño hogar un estudio mental. Porque he oído grandes elementos simulando caminar por algún barrio, hasta en algún periplo (!), e incluso teniendo sexo. Pero como dice el dicho "para cagar, no hay lugar como el hogar", lo mismo es aplicable para mi música.
En incontables ocasiones, le he dicho a Cassidy que la única satisfacción que encontraba al estar rodeado de mí mismo, era levantar la mirada, repasar los lomos observando patrones impensados, y largar un halo de pequeño bienestar con una media sonrisa clavada. Como si la obra de cada uno de los artistas (y algunos ladris) que cuento sobre las secciones de mi discoteca, fueran mías. Todas acomuladas en ése pequeño y gran espacio a prueba de toquetones. Como todo por aquí.

Hoy me convertí en el funk-finder. Y pensando en River the Joni letters me fui a dormir.

MAL.

martes

Uno es conciente cuando hace las cosas mal. Quien diga lo contrario ¡miente!
Por ejemplo, yo miro para los costados cuando hago las cosas mal. Como buscando redención (?) o que alguien me diga "no, no está como el culo". Aunque siempre voy a saber que lo que hago es lo incorrecto.

Por ahí, por eso lo haga. Porque lo sé.

Un rato.

viernes

Pude olvidarme un rato de ESO. Pero siempre vuelve el pensamiento ulterior que me lleva todo el tiempo al lugar de partida.

De cualquier modo, esto se transforma poco a poco en un cementerio de latas de cerveza. Los libros siguen tirados en el suelo y los re-ojeo cada tanto para no olvidarme qué había en ellos.
La choza está bajo mi comleto dominio ya que los dueños decidieron embarcarse en unos días de tranquilidad después de veintitrés años de insomio laboral (dios nunca me permita hacer algo así).

Por suerte está mi Neal Cassidy que es un ineludible interlocutor de mis miserias y alegrías. A quién puedo derrotar mil veces al pool sin que se le escape nunca un insulto más allá de su altísimo nivel, que hace de las partidas, los eventos más interesentes en cada lugar en el que probamos paño y tacos.

Esta entrada es salida corta ya que el dinero abunda en la caja chica pero escasea en los bolsillos. Me esperan para entizar y romper.

Volando bajo.

jueves

Una semana encerrado en mi cuarto... Esto iba a empezar de otra manera, pero el tiempo y el poco espacio me llevaron hasta este lugar donde parece que apareció algo de inspiración (expiración) como para poder hablarte abiertamente.

Decía que esto debía haber arrancado de otro modo y a mi regreso las cosas tendrían que haberse sucedido unas a otras de distinta forma. Pero no fue así.
Podría haber perdido el tiempo leyendo un poco más. Sentándome en el inodoro a leer algo de Galeano hablando de fútbol en lugar de emputecerme con el Deportivo del Gran diario argentino.
Quizás ponerme a escribir los otros artículos que hace dos meses tengo parados y que siguen ahí muertos, a medio anotarse haciéndome muecas para llamarme la atención.

Libros y discos tirados por toda la habitación porque los estantes ya no soportaron el peso de tanto material que no leí y o esos discos nuevos que me llegan por mi profesión y que no escuché por estar redescubriendo los trece años de una década (?) que me tiene asombrado y que enriquece cada pelillo receptor de mis oídos (porque no sólo los viejos tienen pelos en las orejas...).

Bobmas de fresa y manzana que apestan cada mañana cuando me levanto y me doy cuenta que en realidad es de madrugada y otra tarea tengo que reasignar para otro día. Eso de andar decorando facturitas no me hace mucha gracia, pero es de lo que me gano el pan (qué paradoja ¿no?)...

Las interrupciones son letales la mayoría de las veces. Sobre todo cuando paraste para descansar la vista, calzarte los anteojos, notar que tenés que limpiarlos un poco porque no ves una goma, y observar en uno de los estantes sobrevivientes donde se aloja un box set de los Peppers una lata de cerveza vieja y vacía que yace al lado de un reconstruído macaco de Buenos Aires con un fueye que se ilumina con su sonrisa gardeleana.
Aunque, debo reconocerlo, siempre me gustó más Julio Sosa, pero ya. No tiene nada que ver ¿no?

Nene de antes.

miércoles

Puedo distraerme un rato. No tengo dramas con eso. Es vitalizante en algún punto porque pongo atención a otras cosas que debo hacer, y que no requieren mayor esfuerzo sináptico. Así las cacas derivan en otros charcos cerebrales y el trago no es tan malo, aunque sí a fondo blanco.

- El esfuerzo no está. Y la razón tampoco. Aunque busques problemas por vos mismo, no sos lo suficientemente sabio como para enfrentarlos maduramente.
- Eso me estás dando a entender. Pero me mantendré vivo de alguna forma u otra. ¿Qué voy a hacer sino? No soy más de patalear (aunque en la cama pateo)... Y quieran o no, están donde llegaron por una movida que no pueden atribuirse, ideada para abrir ojos y cerrar culitos nerviosos.

Bajo a comprar ocho botellas de cerveza. Hace años que el chango no se usa y hace ruido a cada metro que rueda. Chilla sin parar. Veo a una de las salameras que me mira y se ríe... Me nota devolviéndole el gesto y se dá vuelta ruborizada. Ando poco por acá, sigo mi camino. Pago y subo cargado. Me anoto las direcciones y los teléfonos. Voy hasta la esquina e imprimo tres pasajes de ida...

Entrada borrada.

domingo

Parece que es momento de dejar las cucharas de lado un rato y pensar en lo que podría ser realmente importante. EN qué hacer y cómo hcerlo. Abandonar los artilugios que me llevan a meter la cabeza en pensamientos medio boludos y que toman una forma humana muy parecida a mí.

Dejar los renglones cortos quizás sea otro de tantos problemas, pero alargar la historieta sin decir algo más que un par de palabras... Es un poco al pedo. Si total la veo llegar y alguna vista se parece nublar (por no decir que se nubla en serio). Y si me cantara en vivo sería mejor. Pero hay distancias en los curiosos bailes matinales. Aunque haya sido por la ruta, antes que amanezca y me introdujera a una bossa que nunca imaginé. Quiero que me cante una vez más.

Siempre me convenzo con una facilidad sospechosa. Porque si quiero ir, vengo y para no venirme demasiado rápido necesito hacer que mi mente se vaya un rato... Adminículo culinario que guarda mi diminuto estuche para mis cigarros japoneses, que me hacen su objetivo y bullseye..! Dan en el blanco.

Parece que es momento de dejarlas un rato y pensar en lo que podría ser realmente importante, y no en cómo terminar esto que estoy diciendo sin repetirme de otras entradas anteriores que aún no fueron borradas.
Porque ya no escribo para mí.

Volviendo a las aguafuertes.

miércoles

Toda la vida me dijeron (no sé quién) que para poder acomodar el afuera, hay que tener el terrenito interior bien limpito y prolijo. De orto (sí, orto) modo los yeites son cuesta´rriba y el Buen Puerto es tan lejano como la Tierra Prometida. Aunque la mayoría de las veces nos cagamos en eso.
Pero por más que pluralice y me haga el que mira todo desde afuera, quizás sea hora de meter un balancín en la historieta. Estando fané o no, es mi trabajo...

Y porque pasaron los días pude volver hasta acá. Me creí aires de escritor bolche, pero en realidad era el viento del río que me decía qué hacer. Ignorando el llamado de los siete locos y volviendo a las aguafuertes. Que todo lo que saben hacer es plagarme de esas cosas de las que pude prescindir y que viví sin inventarme una crónica debida, escapando a las obviedades y sacrificando papeletas en blanco en una pira que no prendió como corresponde.

Los asuntillos por la playa dieron como saldo largas caminatas (o sólo una), algunos cuentos decapitados por eventuales squaliformes con un poco de hambre... Generador de paspaduras y comidas nuevas. Vacación (va-canción) de temas repetidos y de intérpretes entre inagotables y de los que agotan. Incuestionable variedad de gusto que daba un poco de asco, cuando no, disgusto.
Catorce kilómetros por playa que se hacían dos por rutas manufacturadas por los treinta y tres. Y bailongos donde la gente sin swing no soportaba mi andar... Noches a la pesca que preferí como tardes de pesca, libro de Buk en mano y boya en mar. Tormenta de viento y olas rompiendo las rocas donde enarbolábamos el silencio (échate a dormir).
Intolerables granizos, malestares, pesadumbres, indesiciones y costumbres de otrora. Insoportables bonzo-feet que gimieron con previo aviso y minitas de Tacuarembó y Melo que pasaron por nuestros ojos y que son cuentro de otro cortejo.

Sub-viaje que acabó en el museo de todo rock y en el mercado de todo amor. Donde se cerró el círculo con visitas inesperadas que no despertaron al más muerto de los vivos (sé cómo viene esa mano, no te ilusiones). Y un regreso recuperando horas de sueño, evitando construir nuevas cagadas, y contemplando cielo, río, fuerza, y a ciento ochenta grados de los ojos que desaparecieron saludándome sin que me diera cuenta.

Los días que se vienen van a ser demoledores. Lo que tenga como tarea aclarar la vista, la nublará, y las asignaturas pendientes no se cumplirán. Ya todos (o al menos yo) conocemos esta historia.

Experimento de pudor.

martes

Mirando un poco alrededor ves que no hay qué fumar. Tampoco qué tomar. La rambla me invita, el viento ya no camina, y hace rato ya es de noche. Se verá qué se hace antes del sub-voyage.

Mirando hacia los ayer el tarro está meado por demás y el rebalse es embalse. Ya no hay vuelta atrás y un despertar (de los mojados) ya está rruinado. Insistir es incestar.

Mirando hacia delante hay uno que la seduce dibujándola mientras se cree distraído y ella belives su culito en stand by.

Miro para adentro y encuentro a los farsantes con los que me estoy cruzando a diario. Que miran sobre sus ojos pero me espían la prosa (o el verso) y preguntan abiertamente qué curte traigo.

Siempre me convence con una facilidad sospechosa.

lunes

En la Pedrera me encontrás...

Ya está distinta la mano.

domingo

Porque dejamos de lado la escritura tangible y tocamos las palabras de otra forma. Que hasta parece más real, pero hay mucho que dice poco.

Y pasan cosas mientras seguís con tu día (de noche) entre cuetes y milongas. Todo pasa quedando corto.
Ahora me digo que los mejores aguados pensamientos están guardados en una retina que mira poco para lo que vendrá, y poco dura en la memoria. Porque cuando apoyás el culo, ya es tarde. La letra se pegó el viaje y te dejó en el puerto (y se llevó tus valijas).

Aún así, y con todo esto que te cuento, está bueno mirar por la ventana de otra ciudad y descrubrir pequeñas Habanas en esquinas que son tan propias como extrañas. Observando lugares que te gustan y asquean a la vez, pero sin digerir del todo el paisaje que se te está ofreciendo - no tan - gratis.

El sol parece pegar más fuerte (aunque digan que se apaga) y se te curte la historia en otros tiempos, que por ahí no entendés pero escuchás y asimilás como se puede.
Aunque pienses en lo que está a un océano de distancia e intentes recuperar el contacto perdido (de antemano). Teniendo miedo de todo(s).

Quisieras estar en tu casa antes de dormir. Pero no largás el chivo y te despertás cagado de un calor que viajó con vos nada más que para joderte la vida, aunque sepas que el infierno sigue tal cual...

To be continued.

Amasijando los blues.

sábado

En la segunda vez que saco el cuaderno se llena el culito de preguntas, de nuevo. No quiero que todo vuele al carajo (viento´e´mierda).

En fin. Hay algo que es inspirador, y por cada cuento en el que me cuelgo, quiero decir algo más.
Sobre todo porque no estoy cumpliendo como debo mi papel de narrador (en cualquier momento una pendejita deja de correr y empieza a planear al medio del río. Si no hiciera tanto frío, por ahí la rescato):

Hay unos veinte banquitos alrededor de la cubierta. El viento deja raras las manos y descubre la intimidad de las incautas. Sobre todo de las conche-mammis que muestran las dos lucas en tetas como luciendo unos reggios salvavidas on board que las hace inmunes al hundimiento del vapor.
Tres tachitos pelotudos que en lugar de guardar las mierdas del pasaje, hacen más mugre que un edificio del centro. Pequeña paradoja que nos dá un piso verde para recordarnos el paisaje natural que estámos disfrutando (hay un boludito que se pasea con Los vagabundos del Dharma sin haberlo siquiera abierto y me jodió los quesos).

El octágono de simil-plastic-glass que deja espiar a la primera clase (que no existe, todos chorreamos grasa) tiene atrapados a dos gorriones que, vaya uno a saber cómo mierda se metieron en un barco de tres niveles... No hay otra, las palomas son boludas. Porque tengo un par muy cerca que se matan por no morir (je!) de un rafagaso y aprovechan para hacer garritapatín de babor a estribor.

- Todavía hay alguno que me mira como preguntándose qué moño hago. Pero que la chupen. Dudo que lean esto.-

Al fondo de mi vista (proa) compré un porrón para achacar el hastío porque me estaba durmiendo, y a continuación, calculo, está la cabinita de botones que nos llevan a destino.
Pero...
Me cago de hambre, y creo que es todo por hoy para este nene de gorra, lentes negros, campera y percha de ocasión, que sige con la vieja fórmula de la beat desprolija (chuik!) que no pincha.

Se me vuela el sombrero.

miércoles

Dejo un cuento de Bukowsky a medio leer (lo único que espero es que no se me vuelen las hojas).
Siempre quise escribir en la cubierta de un barco. De casualidad tengo un Trampled Underfoot que acompaña, pero no de la mejor manera. Unos gringos sonríen al verme tomar nota, mientras pelean con el viento para encender un pucho.


Estoy en un punto del río en el que no se puede ver una costa, sin mirar al otro lado y observar los edificios de la otra.

Pero creemos un poco de ficción...
Me gustan las postales que ofrece la cubierta del barco con este día nublado (no sé en qué momento podré transcribir todo esto). Soy el único ocupado en una birome. El resto se apareja, o ve jugar a sus hijos con el vaivén del agua que todo lo mece. Sólo un par de despistados tienen la vista metida en alguna lectura.

Pero me gusta que así sea (mientras aplasto un dulce regalo).
Lo inestable del tiempo deja sólo a los lunáticos e inconcientes sentados a la intemperie. Estar abajo es muy aburrido. Además el (des)aire acondicionado no refresca una bosta. Acá está lindo, si sabés cómo abrigarte.

Pero creo haberme concentrado más en contarte esto que en disfrutar en del momento más lejano del bosque: en el que ya no se puede entrar más, sin salir...


"VOLVIMOS, ¿VOLVISTE?"