Hoy desaparece.

sábado

Juega con los límites paralelos a su existencia. Como queriendo volar fuera de sí. Pero no puede. Las mañas y las manías que describen sus días hacen que todo ancle siempre en la misma boludés. Aunque pasen los años con sus informes, sigan los diagnósticos, y se queden los deformes. No sabe darse volúmenes de racionalidad, ni ratos de silencio. Su de-mente no lo permite. Porque persigue sus ataduras y anuda blando los cabitos que cree sueltos… Aunque su dialecto no sirva ni pa'espiarnos.

Siempre finales sin fin. Estupideces inconclusas con palabras nobles. Lengua áspera y puntiaguda que quiere hablar lo que no le dice la cabeza. Lo que la cabeza no le dá. Sin hostilidad. Ni verdad. Todos, son amagues. Todas, son deidades. No hay excusas, ni cachos de miedo. Las totalidades son de cinismo.

Cuando ya no se refleje contra las puertas, todo va a estar perdido. Si es que no son de madera terceada, como para poder escapar.

Editorial pedorra.

domingo

A veces tengo miedo que las preocupaciones me roben la poca impronta del cerebro. Porque desvelarme ya no es un hábito productivo sobre estas cuestiones. Sino que como tal, ha dejado de existir.
Me envejecen la mirada y los intereses. Supero la cantidad de pensamientos por segundo al número de renglones en el papel. Ya no suspiro si no es por cansancio, aunque no vea más que sus ojos.

Y no dejo de pensar en las oportunidades perdidas. En las veces que desvié el eje y el soporte claudicó. Cúmulo de situaciones donde el regalo es la caja de herramientas para ajustar los tornillos y armar los días que vienen.

Todo lo que no pasó para poder llegar hasta acá.
Como no comprar en el bondi esa lámpara de leer sujetada al libro, que hoy, de pura fiaca, no me dejaría anotar esto en la oscuridad del primer desvelo en mucho tiempo. Que huele más a epifanía, que a título personal.