Aburrido de homenajes.

domingo

Cuando ya no se puede vivir sin lentes, es el momento en el que uno se acostumbra a no sentir más dolores de cabeza. Y pareciera una paráfrasis de la realidad; porque una herramienta que ayude a ver mejor, hace que las cosas se vean como son, y así, no desayunarse buzones con cara de ninfas, ni ninfas con espíritu de buzón (bufón).

Uno se pierde. Pasea. Tantea algunas verdades y se desengaña de las mentiras de todos los días. Y aunque trate de tomarme esto como un laburo profesional, me gustaría que la historieta tuviera otra viñeta. Tablo-idea...
Pero dejemos eso a los periodistas. No me late hablar de realidades, aunque esté con los lentes puestos.

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Analicé un montón de situaciones y comienzos de otros grandes libros que nunca empezaré... Seguramente pensarás que estoy agotando ese recursito para llenar caracteres que habla de las increíbles ideas que no son llevadas a cabo. Pero es verdad. Uno tiene demasiadas leches como para ponerse a escribir y jugar al profesional de la palabra (aunque hoy, todos quieran serlo).

Pienso en los mierdas. No puedo librarme de ellos. Seguramente porque también forme parte de la tribu, pero es un pensamiento al que no quiero acostumbrarme (o asumir).

"Así te estás dejando comer por el sistema"... Si me conociera sabría que poco me importa el sistema y que, más bien, hago como muchos parlantes: me jacto de usarlo para mi beneficio propio, como él intenta hacerlo conmigo. Y así es una relación basada en una sinceridad, o por lo menos, honestidad, que ni con las personas se puede llegar a tener.

Tengo un laburo muy cansador los fines de semana. Porque la gente me agota, y soy el líder de los mierdas. Aunque piense guiños para embrutecer al lector y pintarte una sonrisa en el monitor, no creo que valga la pena adosar más membretados al documento cabizbajo.