noviembre nunca fue tan lluvioso. desde la ventana de la oficina giro la cabeza y no veo más que asfalto mojado. ya no hay más gente que camine abajo del agua. sólo veo adoquines tapados con trapos que le escapan a la erosión. miserias y mugres flotan por las ranuras de la calle. y entre
burbujas algún gusano busca sobrevivir ahogando a una hormiga que pasaba por ahí, pero rápido los pierdo de vista.
dicen que en este mundo, los árboles crecen diez centímetros por cada diluvio...
la lluvia no es lo que yo esperaba cuando era chico y sentía las gotas golpearme en los ojos con una sonrisa bien grande.
¿habrán escrito, los griegos, sobre la lluvia y las ondas del agua cuando un pie busca afirmarse?