miedo en el trabajo

lunes

me llegó el aviso amigo de que Él estaba atrás del escenario. sentado. acompañado por su representante y un miembro de su nueva crew. con más gente alrededor. pero solo.
esa postal pude verla después de violar algunas facultades de los accesos restringidos y así poder pautar una nota grabada, micrófono en mano y luz de cámara. primero interrumpí a su nuevo músico, y me avisó que por Él, hablara con el enfermero que acompañaba al paciente abandonado inyectándole éteres. y así fui al encuentro de una figura a la que todos alguna vez amamos o criticamos, pero nunca ignoramos... y no pude más que sólo darle la mano. Él fue Fantasma.
por supuesto negocié. fue cortés. pedí por favor con amabilidad. agradecí. no recuerdo si volví a mirarlo, y me fui.

mi (ya-no-tan-nuevo) trabajo me dio la gracia de de mezclarme de a ratos con gentes que se podrían suponer inalcanzables. pero ésta era la gema. quizá más por el amarillo de las intenciones del medio que firma mi recibo de sueldo, que por el reconocimiento a la verdadera maestría de quien es quién es. el ídolo que cayó y busca regresar. anguila moribunda que es carne de carroña. y que como presa deteriorada esperé a que me sea servida en bandeja. y me fui con las manos vacías.
un poco por negativa, un poco por elección... porque una vez adentro sentí que jugar el juego no era limpio. y que acosar a un paciente en pleno proceso de recuperación, es más grave que una estupidez.

volé hasta acá para poder bañarme del mal sabor de boca. y mirar por diferido si la panza les queda llena.