Como ayer otra vez.

sábado

Caminó un largo rato por las cuchillas que decoran el camino de la ruta que va hacia el norte. Cansado de cargar con tanto peso en la espalda buscó un arbol que le regale sombra y se acostó tapándose los ojos con la remera que ya no llevaba puesta. Y pensó… Todo parecía una mentira enorme. Los recuerdos lo engañaban a cada centíemtro que avanzaba buscando una explicación a las cosas que habían pasado.

Con los ojos cerrados miraba el anillo de su mano izquierda y lo sentía resplandecer en el plateado de su luz. Con los labios tan mordidos que ya tiraban olor a muerte sintió el gusto de una saliva ajena que hacía años no probaba. Con las piernas estiradas pero cruzadas, continuaba por un viaje donde todo salía como quería, pero no como podía.
Despierto. Porque el ruido de su cabeza era más fuerte que el silencio. Envuelto. Porque las imágenes en plena oscuridad parecen comenzar un incendio.

Pensó en la vergüenza, en el azar, y en las primeras impresiones.
Pensó en Dax Riggs, y en cuánta razón tenía diciendo ‘we only sing for bood or love’. Y tarareando su canción terminó de despertarse levantándose anocheciendo. Volvió a la banquina sin buscar mirar atrás esperando que lo levanten. Cuando terminó de cantar, un auto paró delante suyo.