Overture (out)

lunes

Estrellas, relojes cu-cú, y la foto de un amigo con medio gesto de sorpresa y otro medio de espanto. Imaginé que era por mi cara: chocolate everywhere… Pero estaba en mi casa, y lo más raro de todo esto es que ya no chorreaba sangre, sino alergias. Tenía un ardor helado que concentraba un poco de hinchazón en el tabique y no me dejaba respirar del todo bien. Pero al menos estaba en casa.

La tarea era ahora buscar algo con qué limpiarme. Estaba ensuciándome el pecho. Ya no tenía ropa, ni el sentido común activo. Después me dí cuenta que estando en mi casa, lo más fácil del mundo era buscar pilchas en el placard y listo. Pero el tema es que la música seguía estando. Eso me distraía.
Aún sonaba a blues tristón que yo ya conocía, pero que me ponía en la situación de ‘la punta de la lengua’…
Caminaba por casa buscando un pañuelo, servilleta, repasador o toallas, ¡lo que sea! Pero quería dejar de hacerme un enchastro encima que me trasladaba en el tiempo a las épocas en las que el puré de zapallo terminaba más en el babero que en mi estómago. Y cuando me desconcentré de la búsqueda y entré en la caminata del recuerdo ulterior… ¡zas! (no, no me golpeé un dedo del pie con la puerta) un pañuelo. El doblado hijo de puta estaba escrito…

sé del verde dolor, de un camino tal vez. sé que hay gente que cree.
mas de vos ya no sé.
sé que hay muros sin luz. sé que hay ríos de miel. sé que cuesta crecer.
mas de vos ya no sé.

(no tengas frío, tea for one.)

Alguien estaba sabiendo algo que yo no. Y eso me molestaba. Pero ya no me sangraba, ni moqueaba mi nariz. Así que escuché mi propio llamado a lo lejos y al darme vuelta ya estaba en la terminal, esperando a irme, releyendo un libro en el piso y contra una pared.
Había demasiada gente y no sabía si entre el bullicio y mis propios pensamientos, más la música en mis oídos, la razón encontraría un lugar entre el ruido…

Como siempre, en capital, había sacado noventa para viajar. Sabía que el chancho no subía a la hora en la que iba a trabajar, y así podía tener diez centavos para regalar en el camino de San Martín a Retiro… Y estando tirado con el libro en la mano pasó la nena de las hojas pidiendo monedas. Le dí lo que necesitaba de mí en ese momento y ella me regaló un gestito y un papel.

sé de niño mayor, sé del viejo revés, antes fui y hoy no soy.
mas de vos ya no se.

quizá un día, tal vez, nos volvamos a ver, si es pa'mal o pa'bien:
eso ya no lo sé.


Para cuando terminé de leerlo, la terminal estaba vacía, a pesar de la fecha, y el altavoz anunció mi salida…

busco y trepo al cielo revolviendo un viejo ayer. ¿dónde está tu voz?
¿dónde fue?

(buenos aires – paraná con una escala)