Intimidad.

sábado

Es hora de ponerse a trabajar. Cerrar, no el capítulo, pero sí la vibración que me llevó hasta donde estoy. Poner a cargar los teléfonos, frotar los ojos con fuerza, para despertar un poco más, y mirar al rededor viendo que todo está igual que antes...

Algunos miedos, unos deslices. El sonido latente de las mentiras que me inundaron los oídos e hicieron de esta vida un pasaje al invierno (infierno).
Ya no sirve pasearse por la casa con el jean gastado y caído, en ojotas y en cuero, mareando una botella de agua fría, porque lo que recuerdo me sigue calentando. Más allá de todo lo que pueda tapar con alguna memoria interna (eterna). Porque pienso en estas retóricas gastadas y los deberes que hago a medias, y los incumplimientos que surten efecto en cada día que paso acá sentado. Son documentos cabizbajos de más horas de las que pudiera soportar, pero que, acosumbrado ya a algunos dolores y pasiones zurdas-derechas, se hacen boleto de todos los días, aunque el aumento de la tarifa nos haya liquidado a todos.

Lo que me tiene mal es la mentira. Y la posibilidad de tener que vovler a vivirlas... Espero que su entendimiento sea tal, que haga ver cuán desgarrado terminó todo lo que me compone ("corazón" suena tan pavo).

When the past recedes...