Até a queda.

jueves

Un metro y medio desde la pantalla hasta mi cama. Tal vez menos. Una alfombra roja agrietada que cuando no vuela, está en el piso. Un colchón alto. Una silla con ruedas. Vieja, rechinante, en un cuarto frío. Como una ex novia.
Me recuesto. Mantengo mis piernas como si estuviera sentado normal. Pero el tronco crece y es un pedazo de fideo estirado y ágil. Rechinante y hacia atrás. Con mi cuerpo erguido, el tatuaje de mi espalda, estaría donde ahora está mi frente. Que mira dada vuelta la cara de Jim Morrison.

El experimento sigue. Y buscando más comodidad. Mi punto más alto elige la cama. Las piernas se extienden. La cabeza reposa. Así, media hora. Hora y media. Cuerpo en llanura casi total.
La música se acaba. Y tamibén la estupidez de meter casi un metro ochenta en metro cincuenta. Hasta caer.
A veces también hago trampa.