In a sentimental mood

martes

Recién se levanta y son como las dos. El día acaba de empezar.
Hizo toda su rutina del despertar cuatro horas antes de lo que lo viene haciendo, y sabe que tiene cuatro horas menos.

El tiempo no le es extraño en cuanto a su numeración, pero sí los ruidos que de pronto aparecen uno tras otro. Todo lo que puede ver, en el reflejo tenue de la pantalla son los brazos ayudándolo a estirarse, y cuán corto es el pantalón del pijama que usó para los quirófanos. Nada más.

Fuera de eso y las obligaciones: Plaza San Martín. El pelo un poco largo, pero peinado, y la cara afeitada. Como queriendo comenzar una nueva semana lo mejor posible. Aunque el habitual paseo de las catorce haya sido invadido por el olor a mierda que sale del corral de perros. Porque hoy le tocó leer sentado ahí. Porque es donde terminó el paseo. Y donde había lugar para dos.

Él recuerda que la mejor forma de romper una uña a la noche es con el talco de la mañana.