Bodhisattva.

domingo

Todos los manuales para esconderse. Todas las razones para huir. Esas respuestas que no va a dar. Todo parece cuadrar.
No quiere hablar de un 'ella', porque no quiere identificar a nadie que no lo merece. Porque perdió su tren, porque el boleto no sacó, o porque el espejo se rompió.

Prefiere bostezar. Sabiendo que, aunque escasean las ocurrencias y las inoportunidades, el camino sigue delante de los ojos, y no detrás de la memoria. El significado lo es todo, aunque no cueste nada.

Cableando ideas en el trabajo recuerda salir de la estación del subte escuchando el mismo tema y cruzando la calle sin mirar. Un poco concentrado en dar el paso con el beat, y otro poco pensando si la sombra atrás de la puerta era una mancha más en la oscuridad.
Por más que suene tan personal que ni se entienda. No son palabras al azar. Ninguna de ellas.
O al menos eso dice al escupir sangre después de cada paliza.

Sobre las hojas III.

jueves

A veces la prudencia lleva al silencio. Aunque los ojos claudiquen ante los ojos. Las hojas siguen secas. Y así se van a quedar. YA SÉ, YA VÍ.

Sobre las hojas II.

domingo

Todos parecen haber entendido que este banco, después de las catorce, es mío. Llegué a ver tipos que se levantaban y se iban a los asientos vecinos al sentirme venir. Caminando, o danzando. Algunos hasta con una mirada cálida ceden un lugar que es suyo, no mío. Pero que se ubica en mi lugar predilecto en la plaza. Donde necesito mirar mis manos al decir algo, y mirar a mi alrededor cuando escucho todo. Siempre y cuando, no lea nada.

Porque cuando estoy con los ojos ocupados, en algo que no sean sus ojos, reviso una a una las páginas que, a veces, me vuela el viento. Es entonces cuando el único sonido es el de las hojas ir, e ir, e ir. Y en pocas ocasiones volver.

Manuales de la recuperación. Analizando bien la herida para saber dónde arrojar la sal. Y entendiendo que son sólo títulos, los que gritan al azar.

Sobre las hojas.

viernes

Aunque no caían, estaban. Y cuando caían, hechas montón, una nena de cinco años saltaba sobre ellas. La madre puso en sus pies unas botas de lluvia previniendo la tormenta, y un gorrito con forma de paraguas que no se condecía con la remera que la nena tenía, ya que se había quitado la campera.

Lo que le atraía de ellas era la crocancia del sonar. El pequeño tronido individual que orquestaba operetas colectivas, le llenaba los ojos de lágrimas a las dos. Nunca supe porqué.

Antes, las veía pasar todos los días mirando hacia la copa de los árboles. Estudiaban el color de las hojas. Si estaban, o no, prontas a caerse. Y fue entrado el otoño que lo hicieron. El humo que nos tapó, fue el que ayudó al marchite.
Luego, el tiempo hizo lo suyo.

Su mejor aliado fue siempre el tipo que pasaba con la sopladora. Armaba los montones y los dejaba acomodados por un rato. Ella venía, jugaba, y se iba dándole las gracias con una sonrisa bien grande.
Él se acercaba, siempre arqueando la espalda como señal de cansancio y de años, devolvía el gesto con los ojos, cazaba el rastrillo y las metía en las bolsas.

Misión cumplida: la enana contenta, y la plaza limpia.

Notre-damn.

martes

Es lo que pasa. Lo que nos vela. Todo a nuestro alrededor... Todos hablan. Todos lloran. Todos nadie.
Aunque empiece por el final, y termine donde arranqué. Sin vueltas. O con ellas. No digo nada.

Politizándome. Algo que odio. Como los que quieren escribir la historia. Contando su parte. Botoneándose entre ellos, y ahora dándose la mano. Repartiéndose. Habiendo desahuciado. Se morfan lo que sacan y lo esconden en los bigotes. Acá, o en todos lados.
La pelea con el falso socialismo de derecha es una pantomima. Son amantes. Histéricos post-coitales.

Sensible a lo que pasa, pierdo la elocuencia. Y mis espacios la vigencia.

Pareciera que debo volver a la ávidez por las hojas de tapa dura. Nuevo Récord. Pero no...
Me voy a leer a los que hablan de los Mockers. Otros giles.

Esta es la alarma TODO ESTÁ BIEN. Sonará cada tres segundos...
Pero se descompone fácilmente.

En améliorant.

domingo

De pronto, olor a menstruación. De sangrías y de excites. Sí, un poco fuerte. La imágen y el olor.
No diré más al respecto. (puaj)
Los Kinks acompañan la tarde de sol y de un poco de frío. Salir con la vicuña a la mañana fue transpirar a la tarde. Pienso que a veces pienso. Y pienso en las veces en las que no pensé.

Me levanté muy mal. Pasado de hora, a las corridas y con el mismo nervio con el que me acosté. La pelea se puso física y, entre el recuerdo de su llanto fuerte y cara hecha fueye, se me destruyeron los órganos. Dolió todo. La sensación es la del arrugue. Marchitación inmediata, rápida. Salteo de fotogramas.
La espalda, el abdomen, los brazos y los ojos duelen. Sigo pensando en cambiar el colchón. O no.

Toso. Leches.

miércoles

La suerte es caer del lado izquierdo del azar

Algunas cuestiones son relvelaciones. No parecieran serlo de movida, pero otra explicación no les encontrás.
Porque de pronto, después de haber tenido un día de irresponsabilidades, te das cuenta que lo que era una "gripe", es una GRIPE. Todos los dolores de cabeza te convierten en una gran falacia seciosa y atiborrada de unos mocos incontrolables. Pensás en todo lo que viene pasando y en qué tipo de medidas cautelares tomar, o si las medidas, que no son las de vodka, tienen que ser decretos de necesidad y urgencia. Con acción.

No entendés cómo carajo una casa puede ser tan fría y qué cazzo pasa con tus pies que a pesar de que hayan aumentado la temperatura en toda la ciudad, sigan gelándose (sí, 'gelándose') como si tu ubicación fuera mucho más austral.
Dicen de las defensas bajas... pero los únicos bajos que tenés defendidos son los govelinos cuando olés a hurto en el ambiente. Sobre todo el izquierdo es el que más protegés...

Pero la cabeza sigue doliendo, y las neuronas siguen sin funcionar como debieran. Todo resulta un escape a la epifanía del deber que no estás cumpliendo y de pronto la mecanización de las palabras te llevan a admirar cómo mierda es que hacés para volverte un ser tan irresponsable que sabe cuándo toca fondo...

Te acordás de las fotos que no tenían y que de pronto, te enteraste que la única que había tangibilizada en un film común y corriente, fue destruída, junto con otra que no tiene valor alguno. Y que todo ese deseo anterior de hacer cuadrito la mentira, se desvaneció al momento en el que esos pedazos de papel ilustración fueron a parar al tacho. Vaya paradoja. Porque ahora hay otro montón de objetos que ves cómo se van en el camión de la basura cuando te diste cuenta que estaban por ser las ocho y que si no bajabas corriendo las escaleras los monchos iban a pasar sin llevarse tus porquerías. Y como iniciaste tu travesía en patas y con ropa de entrecasa ves cómo esa puta gripe crece más y más hasta que se te tapan los oídos después de un estornudo que contagió hasta al mismísimo dios!

Aaah... Los quehaceres. Qué lindos haceres.

Zapatos rotos.

lunes

Es increíble lo que hace el frío conmigo. Estoy obligado a ponerme prendas y prendas de ropa una sobre otras buscando una temperatura que me aleje de los témpanos. Y así y todo en algunos lugares siento frío.
INSERTE PÁRRAFO PUTEADOR AQUÍ.
Recurrir al nylon como aislante no lo recomiendo. Carajo si es contradictorio que me hace conductor. Todo lo que toco, tiene un rayito'. Puedo levantar bolsas a distancia. Parece magia. Soy un puto 'Wizard of Oz' que con sus descargas anda haciendo cagadas unas tras otras.
GRACIAS.
Achinar todo el tiempo la mirada para zafar del vientito gélido hace que me duelan los ojos. Tengo que recurrir a métodos impensados para poder calentar mis pies y mis manos. Manos que normalmente, y a pesar del tiempo, están cálidas. Antigua excusa para generar empatía...
Pieles resecas que caen todo el tiempo. Rascarme es descascararme. Como la caspa del cuerpo.

Hasta la nueva costumbre de bañarme todos los días es un problema. La poca presión de agua hace insoportable la sola idea de sacarme la ropa para sacarme la mugre. Se me ocurre un '¡ni en pedo!', pero no quiero ser grosero en la transmisión de la idea.
Termino por extrañar esa ducha. Donde solo, o mal acompañado, podía contar con el hervor más potente y la más alejada sensación de frío que podía imaginar, aunque fueran tiempos de calor.

No cambia nada estar un poco sucio. Me voy a dormir como vengo. Vengo a escribir y me voy.

Bourgeon.

viernes

Dormir ocho horas a veces no es imposible. Sólo hay que saber acomodarse.
Igual que cuando uno se acostumbra a ciertos olores, llegando al punto de no reconocer el disfrute, del padecimiento. Pedos que saben a huevo. Fumatas curiosas.

Paredes de cabotaje. Mirás alrededor y sabés que no es el lugar donde tenés que estar. O por lo menos no donde necesitás.
Búsqueda de un nuevo espacio. Pulcro de algunas mugres. Aunque todo lo que brille sea por un reflejo.
El sueño puede ayudar.


- Adivinanza: no es psicótico, pero crece. -

Semanas apositadas.

martes

Serán días duros, donde mejor olvidar. O eso me sugiere Coltrane.
Algunas actividades seguirán siendo mundanas. Y pareciera que todo pasa por el dilema de 'nérpola o no nérpola'.
A pesar de eso hay ciertos nombres propios que me gustan. Por lo menos mientras siga jugando con idealizar la belleza sustantiva a la par de la descriptiva.

Pero me desconcentra la mochez de un dedo que no termina de sanar (si tuviera ART, je!)... Manos, manos, manos. Una sobre la otra. Esperando. Jugando bicicleta de pulgares. Sin necesidad de que la música suene más fuerte.

Dedos locos.
Cuando cura uno, cae el otro.