Toso. Leches.

miércoles

La suerte es caer del lado izquierdo del azar

Algunas cuestiones son relvelaciones. No parecieran serlo de movida, pero otra explicación no les encontrás.
Porque de pronto, después de haber tenido un día de irresponsabilidades, te das cuenta que lo que era una "gripe", es una GRIPE. Todos los dolores de cabeza te convierten en una gran falacia seciosa y atiborrada de unos mocos incontrolables. Pensás en todo lo que viene pasando y en qué tipo de medidas cautelares tomar, o si las medidas, que no son las de vodka, tienen que ser decretos de necesidad y urgencia. Con acción.

No entendés cómo carajo una casa puede ser tan fría y qué cazzo pasa con tus pies que a pesar de que hayan aumentado la temperatura en toda la ciudad, sigan gelándose (sí, 'gelándose') como si tu ubicación fuera mucho más austral.
Dicen de las defensas bajas... pero los únicos bajos que tenés defendidos son los govelinos cuando olés a hurto en el ambiente. Sobre todo el izquierdo es el que más protegés...

Pero la cabeza sigue doliendo, y las neuronas siguen sin funcionar como debieran. Todo resulta un escape a la epifanía del deber que no estás cumpliendo y de pronto la mecanización de las palabras te llevan a admirar cómo mierda es que hacés para volverte un ser tan irresponsable que sabe cuándo toca fondo...

Te acordás de las fotos que no tenían y que de pronto, te enteraste que la única que había tangibilizada en un film común y corriente, fue destruída, junto con otra que no tiene valor alguno. Y que todo ese deseo anterior de hacer cuadrito la mentira, se desvaneció al momento en el que esos pedazos de papel ilustración fueron a parar al tacho. Vaya paradoja. Porque ahora hay otro montón de objetos que ves cómo se van en el camión de la basura cuando te diste cuenta que estaban por ser las ocho y que si no bajabas corriendo las escaleras los monchos iban a pasar sin llevarse tus porquerías. Y como iniciaste tu travesía en patas y con ropa de entrecasa ves cómo esa puta gripe crece más y más hasta que se te tapan los oídos después de un estornudo que contagió hasta al mismísimo dios!

Aaah... Los quehaceres. Qué lindos haceres.