Bourgeon.

viernes

Dormir ocho horas a veces no es imposible. Sólo hay que saber acomodarse.
Igual que cuando uno se acostumbra a ciertos olores, llegando al punto de no reconocer el disfrute, del padecimiento. Pedos que saben a huevo. Fumatas curiosas.

Paredes de cabotaje. Mirás alrededor y sabés que no es el lugar donde tenés que estar. O por lo menos no donde necesitás.
Búsqueda de un nuevo espacio. Pulcro de algunas mugres. Aunque todo lo que brille sea por un reflejo.
El sueño puede ayudar.


- Adivinanza: no es psicótico, pero crece. -