Volvió el jiji-funk

miércoles

O llamalo discontunidad. Porque cuando sabés el final de la historia no hay nada mejor que irse a dormir con una sonrisa plantada en la geta, a andar lamentándose por los entuertos de un nudo que ya conocés.

Podés mirarte cien mil veces en el espejo que la cara de idiota no va a abandonar el semblante. No hay forma. Estás contento y feliz porque una pequeña historia, de las que sabés no vas a leer acá, te hizo volver a tener cinco años (o la lucidez de ésa edad).

Y qué lindo es vovler a tener un número al que llamar sin preguntarte el porqué o pedir permiso. Suena pelotudo, pero así es. Aunque sepas que este final es bastante nardo y te lleve más barditos que otras yerbas...

Y nos preguntamos todos acá si esto es que vuelva el jijí-funk... Porque lo que iba a decirte en francés, para sonar sofisticado y capo, se perdió en el camino, por ahora.

A esta altura uno ya está pensando en cuáles fueron las mejores cartas de presentación, en lugar de preocuparse por hacer de cada razón, una mejor hazaña escrita.
Pero como siempre digo, de esta forma funciona la dinámica del espacio en el que te encontrás y no vamos a preocuparnos ahora (que está en marcha) por acabar lo que se daba.

Aunque las ganas por seguir jugando con lo que interpretás está vigente... Y más ahora que la búsqueda del crossroads parece ir en marcha. O al menos, plantada sobre el tablero (c'est un certain genre de magie)... Con el fin de molestarte un poco.